Areolas, pequeñas áreas separadas 2016 | Rizoma Madrid | 2017 + Biblioteca Eugenio Trías Parque El Retiro Madrid | 2018

| OBRAS

Es un cuerpo de trabajo que está formado por un performance, su un vídeo y un cuerpo de obras derivadas de la acción que en su construcción conceptual tiene que ver con dos aspectos, uno es la separación representada en la caída, o arrancada, de la fruta de su árbol, del corte, de la expulsión del Paraíso, de la emigración, de la necesidad de producir los suministros propios en otro medio diferente. Luego la obra se refiere al sustento, a dar desde adentro, pues una vez consumada la separación del fruto caído, el alimento que entró por esa pequeña parte que estuvo unida al árbol ahora tendrá que cicatrizar para ella misma ser alimento dulce y ácido a la vez.

Complementa el Cuerpo de Trabajo un texto que explica todo su contenido.  

La fruta separada, la grieta, la herida. Areolas, pequeñas áreas separadas.

de las 54 Areolas, un grupo
En la galería Rizoma, Diana Livas, Madrid
Las Areolas también estuvieron expuestas en La Eugenio Trias de Retiro de Madrid
Un libro de artista
Gracias a Diana Livas de Galería Rizoma, a Nelson Garrido y a Ma. Virginia Pérez, la ONG Madrid
Las Areolas viajaron al Museo Nacional de Ecuador gracias a la curaduría de Leila Dunia, 2018

El horticultor Luther Burbank, según Helen Keller, posee el más raro de todos los dones “conserva el espíritu receptivo de un niño, y así es como puede entender el lenguaje de las flores y de los árboles”. Burbank quedó profundamente impresionado con la idea de que los organismos vivían aún cuando se les aparta de sus condiciones naturales. 

Finalizando el siglo XIX y comenzando el XX, paralelo al nacimiento del psicoanálisis, Burbank creó una nueva especie de cactus, un cactus sin espinas. Mientras llevaba a cabo su labor hablaba con ellos diciéndoles “no tenéis nada que temer, no necesitáis estas espinas defensivas, yo voy a protegeros, preservaré vuestra humedad”. 

A partir de los actos de Burbank me pregunté ¿y si yo fuese cactus y me sacase mis propias espinas, qué quedaría? Y así lo hice, en un performance, en el Teatro Pradillo, Madrid, 2018. Cuando un cactus es desespinado queda algo que se parece a la areola de un limón. Una diminuta montaña separada de su árbol, un árbol separado de su fruta, queda una herida tanto en la fruta como en el árbol. Quedan mil ombligos, cicatrices orgánicas, a veces abiertas, círculos desnudos, montículos coronados ahora sin espinas que son nuevas entradas a parajes inesperados.

Fue trabajar en cuerpo la unión, el vínculo, y luego la escisión, la separación.