Una rosa lazarina se levanta y anda. Se envuelve y desenvuelve. En ella lo muy grueso se transforma en muy liviano. Lo burdo se convierte en delicado. Y viceversa. Cuando lo sutil se convierte en pesado, se materializa. Cuando es viceversa se desmaterializa y queda como imperecedera la idea en la palabra o en la geometría, un plan, plano, planta. En «Una rosa lazarina o Rosa en tiempos de guerra» los extremos conviven, se encuentran. Permanente y perecedero en paralelo. Imposible. La geometría ideal y lo real ideado. El mapa y la ciudad. Anécdota y contingencia conviven. Lo que puede o no puede ser, lo latente versus lo que sucede. Es como sucede actualmente con la paz (la belleza, la ética, el buen convivir), algo que fue y no está y con lo que queda, su teoría, se preserva y rescata, ya lista para tomarla y reconstruir algo mejor, más real, más actual, más adaptado.
©2024 Alexandra Kuhn, todos los derechos reservados.
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